Hoy celebramos el Día de la Tierra, una fecha que nos invita a detenernos, reflexionar y actuar frente a la emergencia climática que enfrentamos como humanidad. Este 2025, en un contexto marcado por la rápida adopción de herramientas de inteligencia artificial (IA), surge una nueva pregunta:
¿Estamos usando la IA de forma responsable con el planeta?
La IA promete transformar industrias, automatizar procesos y mejorar nuestra vida cotidiana, pero también tiene un costo ambiental que no podemos ignorar. A continuación, exploramos su impacto, cómo podemos mitigarlo y por qué es fundamental adoptar un enfoque sostenible en su uso.
¿Cómo impacta la IA en el medio ambiente?
Cada vez que usamos una herramienta de IA, detrás hay servidores ejecutando cálculos complejos en centros de datos gigantescos, que requieren electricidad para funcionar y mantenerse refrigerados. Esto implica un consumo energético significativo y una huella de carbono que puede ser enorme.
Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Massachusetts Amherst reveló que el entrenamiento de un modelo de lenguaje grande (como GPT-3) puede emitir más de 284 toneladas de CO₂, lo que equivale a las emisiones de un automóvil durante toda su vida útil.
La paradoja: muchas veces usamos IA para tareas cotidianas y sencillas que podrían resolverse sin recurrir a grandes modelos, y sin ese costo energético.
Uso indiscriminado = Daño innecesario
La inteligencia artificial se ha vuelto tendencia, y en ese entusiasmo colectivo, muchas personas y empresas la utilizan sin una necesidad real. Este uso desmedido puede provocar más daño que beneficio:
- Automatización de tareas irrelevantes.
- Generación masiva de contenidos solo por volumen.
- Aplicaciones de IA que consumen grandes recursos para resolver problemas simples.
Ejemplo real: Empresas que generan miles de imágenes, textos o videos con IA para redes sociales, sin estrategia ni valor agregado, solo para “estar a la moda”.
Estas prácticas no solo saturan internet con contenido poco útil, sino que también consumen recursos computacionales y energéticos que podrían utilizarse de forma más inteligente.
Hablemos de cifras: empresas de tecnología con más emisiones de CO₂:
El auge de la inteligencia artificial (IA) ha llevado a un incremento significativo en las emisiones de CO₂ de algunas de las principales empresas tecnológicas:
- Google: Entre 2019 y 2023, las emisiones de gases de efecto invernadero de Google aumentaron un 48%, alcanzando 14,3 millones de toneladas de CO₂ en 2023. Este incremento se debe principalmente al mayor consumo energético de sus centros de datos impulsados por IA.
- Microsoft: Desde 2020, las emisiones de Microsoft han crecido un 29%, en gran parte debido a la expansión de sus centros de datos para soportar cargas de trabajo de IA y la producción de hardware asociado.
- OpenAI: Reconocida por desarrollar modelos avanzados de inteligencia artificial como GPT-3 y GPT-4, ha enfrentado críticas debido al considerable impacto ambiental asociado al entrenamiento y operación de estos sistemas.
- Emisiones de CO₂ durante el entrenamiento de modelos:
--> GPT-3: Según el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano de Stanford, el entrenamiento de GPT-3 en 2022 generó aproximadamente 502 toneladas métricas de CO₂, consumiendo cerca de 1.300 megavatios hora de electricidad.
--> GPT-4: Informes indican que la huella de carbono de GPT-4 fue doce veces mayor que la de GPT-3, reflejando una tendencia en la que cada nuevo modelo demanda más energía.
Comparaciones con el consumo doméstico: Algunas evaluaciones sugieren que ChatGPT, el chatbot desarrollado por OpenAI, consume una cantidad de energía comparable a la de 33.000 hogares.
Estas cifras reflejan los desafíos que enfrentan las empresas tecnológicas para equilibrar el crecimiento de la IA con sus compromisos ambientales.
¿Qué podemos hacer?
Buenas prácticas para un uso responsable de la IA:
No se trata de dejar de usar inteligencia artificial, sino de usar mejor esta tecnología. Aquí algunas acciones clave para hacerlo de forma más sostenible:
- Evalúa antes de automatizar: ¿realmente necesitas IA para esa tarea? ¿Podría resolverse con métodos tradicionales?
- Usa modelos ligeros: existen alternativas más eficientes a los grandes modelos. Herramientas como Hugging Face ofrecen modelos entrenados con menor consumo energético.
- Optimiza tus peticiones: evita consultas redundantes o muy extensas. Usa la IA cuando pueda aportar valor, no por costumbre.
- Elige proveedores sostenibles: servicios en la nube como Google Cloud AI, Azure o AWS tienen políticas activas de reducción de emisiones y uso de energías renovables.
- Educa a tu equipo: capacita a quienes toman decisiones sobre el impacto ambiental de las herramientas digitales.
Consejo útil: Automatiza lo justo. Si estás creando contenido para redes sociales, por ejemplo, genera solo lo necesario, enfócate en la calidad y revisa si esa tarea realmente necesita IA.
Herramientas de IA con enfoque sostenible:
Algunas plataformas están haciendo esfuerzos reales por reducir su huella ecológica. Aquí destacamos algunas:
- Hugging Face: promueve modelos open-source más pequeños y eficientes. Fomentan la reutilización de recursos en vez de crear desde cero.
- Ecosia: no es una IA como tal, pero su buscador utiliza IA y planta árboles con sus ingresos.
- RunwayML (modo ligero): ofrece edición de video con modelos más eficientes, ideales para creadores que cuidan sus recursos.
Estas herramientas no solo cumplen su función, sino que lo hacen con una filosofía alineada con el cuidado del planeta.
Iniciativas hacia la sostenibilidad:
OpenAI ha mostrado interés en abordar estos desafíos ambientales. La empresa está explorando la construcción de centros de datos en diversas ubicaciones, considerando factores como el suministro eléctrico y el uso de agua, aunque no se han especificado preferencias por energías renovables.
Estos datos subrayan la importancia de desarrollar prácticas más sostenibles en el ámbito de la inteligencia artificial, equilibrando el avance tecnológico con la responsabilidad ambiental.
Educación y conciencia: el verdadero cambio empieza en nosotros
Más allá de las herramientas, el cambio empieza por una conciencia colectiva e individual. Las empresas, grandes o pequeñas, tienen la responsabilidad de:
- Cuestionar su relación con la tecnología.
- Elegir herramientas éticas y responsables.
- Formar a sus equipos en buenas prácticas digitales.
- Integrar la sostenibilidad en su estrategia digital.
Hoy más que nunca, ser digital no puede estar peleado con ser sostenible.
IA para para combatir los incendios forestales
Un ejemplo claro de la contribución de la IA a la sostenibilidad es su uso para la extinción de los incendios forestales, que asolan cada año grandes extensiones de tierra y toda la biodiversidad que habita en ellas. Por eso, su detección precoz y el hecho de poder calcular las probabilidades de que se produzcan reduce eficazmente el tiempo de reacción y facilita las labores de prevención y mantenimiento previas de las masas forestales. Grandes empresas como IBM ya han diseñado herramientas de este tipo que funcionan con un conjunto de cámaras HD y ordenadores para monitorizar el espacio a proteger.
Se trata del proyecto Bee2FireDetection, desarrollado con Watson, la inteligencia artificial de la compañía, para calcular las probabilidades de que se produzca un incendio en cierta región, y, además, combatirlos de una manera más rápida y ágil. Si el incendio se produce, son capaces de calcular la velocidad y dirección de las llamas, proporcionando una información muy valiosa y detallada para bomberos y cuerpos de protección civil.
Proteger los océanos a través de la inteligencia artificial
En otro ámbito de aplicación de la IA, un grupo de investigadores del instituto francés Mines-Telecom (IMT) está realizando previsiones sobre la influencia que el cambio climático tiene en los océanos, una investigación basada en la inteligencia artificial que permite elaborar distintos modelos en 3D para estudiar el comportamiento de los océanos a partir de datos de teledetección recogidos por satélite. El objetivo de estos científicos franceses es conocer el clima terrestre y cuál es el impacto que el cambio climático está teniendo en los océanos: corrientes, incremento de las concentraciones de CO2, etc.
La IA también puede ser una gran aliada para la detección de microplásticos del océano, unos residuos de los que, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP), se generan al año unos 300 millones de toneladas, el equivalente al peso de toda la población humana. Entre el 60% y el 80% de los residuos marinos son plástico, en su mayoría fragmentos menores a los cinco milímetros.
Su detección ahora es posible gracias a un equipo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y la Universidad de Wageningen, que han desarrollado un nuevo modelo de inteligencia artificial que reconoce los plásticos flotantes en imágenes de satélite de los océanos con mucha más precisión que antes. Esta investigación fue publicada el pasado mes de noviembre en un artículo en iScience.
Cuidado de los cultivos y desperdicio alimenticio
Los cultivos tampoco están exentos de sufrir los efectos del cambio climático: inundaciones, sequías, temperaturas extremas, etc. repercuten directamente en las cosechas, pero la inteligencia artificial está aportando grandes avances a nivel global en cuanto a su conservación, cuidado y predicción de la recolección. La IA también puede utilizarse para optimizar el uso de los recursos que se destinan a este sector: agua, pesticidas, energía, etc, para evitar o prevenir los peligros meteorológicos, identifica la mala nutrición de las plantas o evaluar la calidad del suelo para mejorar la producción.
Un buen ejemplo es el de la compañía Syngenta, con sede en Suiza y dedicada al desarrollo de tecnología agrícola basada en la ciencia, que en 2021 se alió con la empresa de inteligencia artificial Insilico Medicine para buscar soluciones de protección de cultivos y hacerlos más eficaces frente a enfermedades y plagas, al tiempo que se impulsa la protección del ecosistema.
Conclusión: Tecnología sí, pero con propósito
La inteligencia artificial tiene el poder de resolver grandes desafíos ambientales: desde monitorear la deforestación hasta optimizar el transporte público. Pero también puede convertirse en una amenaza si se utiliza sin conciencia.
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